16 abr
Una vez que un lujo, la conectividad se ha convertido en la cuarta utilidad. Junto con la electricidad, el agua y el alcantarillado como servicios vitales para el desarrollo económico y social, la conectividad es la clave para participar en nuestro mundo digital conectado.
En un nivel muy básico, esta conectividad no necesariamente permite que las tecnologías más avanzadas o de alta tecnología tengan un impacto, señala Mark Walker, vicepresidente asociado para el sur, este y oeste de África en IDC (International Data Corporation). Hoy, su humilde banda de un solo hombre puede promocionar su negocio, interactuar con los clientes y realizar transacciones utilizando un simple teléfono inteligente y una conexión a Internet. Surgen problemas y aparecen brechas cuando el acceso es limitado, cuando la calidad es deficiente, cuando los costos son prohibitivos, cuando la seguridad es cuestionable y cuando las conexiones no son confiables. Entonces, ¿cómo minimizamos estos inhibidores?
Para muchos, debe comenzar con el despliegue de infraestructura y la distribución del espectro. Pero los altos costos asociados con el despliegue de infraestructura de red clave y los retrasos en la asignación de espectro por parte del gobierno significan que algunos pueden acceder a las tuberías que permiten la conectividad y otros no.
Pero la infraestructura es solo una pieza del rompecabezas, afirma Zoltan Miklos, Gerente General de Planificación de Redes de MTN: “5G está habilitado en varias partes de la red móvil, desde la red de acceso por radio hasta la red central móvil. Así que es una conversación de varias capas. La red se inicia en el teléfono. Si no tiene el teléfono correcto, no podrá usar la red o las funciones que se han implementado”. Para Miklos, asegurarse de que las personas tengan acceso a las tecnologías más eficientes, y que sepan cómo usarlas, es un paso importante en la dirección correcta cuando se trata de cerrar las brechas digitales.